TRANSFORMACIÓN POR CONOCIMIENTO
APÓSTOL DOCTOR JOSÉ LUIS DE JESÚS MIRANDA JESUCRISTO HOMBRE
7 de noviembre de 2012
Romanos capítulo 12, verso 2.
Vamos a hablar cómo ser una buena madre, ser un buen padre, ser un buen hombre de negocio; cómo ser bueno en todo, a través del evangelio, sin un regañito. Este misterio se obvió por miles de años y por eso el mundo está como está.
Romanos capítulo 12, verso 2.
“No os conforméis a…, Miami…”
“No os conforméis a este mundo…”
No os conforméis a la educación de universidades, de sicólogos, de consejeros.
“No os conforméis…”
¿Qué significa conformarse? Coger forma. No se den forma con este tipo de consejos.
“...sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…”
¿Para qué?
“…para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Mira, cuando tú coges un joven y le dices: -Mira, tú tienes que transformar tu vida. -Ok, mamá, cómo lo hago. -Usted no puede andar con fulano ni hacer-, y te dan mil regaños. Pues, aquí dice, lo mismo que te dice tu mamá –transforma tu vida-. Pero, aquí dice que es, por medio de un conocimiento, no de regaños y prohibiciones.
Dice –transformaos-, entra en una metamorfosis.
Dicen que un gusano, cuando se transforma se torna en una mariposa. ¿Es verdad? ¿Es verdad?
Pues, a veces nosotros hacemos papeles de gusanos. A veces nos arrastramos como gusanitos; cuando un vicio nos domina, cuando hacemos cosas que sabemos que están fuera de orden, nos dominan. Y, el temor es que viene alguien a regañarnos.
Alguien va a venir a decirte: -Chico, ¿cuándo tú vas a cambiar?- O, es tu papá, o es tu mamá, o es un tío, alguien que te está velando y te va a dar un regaño.
Pero, es tiempo de parar los regaños. Vamos a hacer lo que dice Papá Dios.
Dios dice –transfórmense-. La pregunta: -¿Cómo? A través de la renovación de vuestro entendimiento.
Cuando tú vas a una iglesia de esas por ahí, y dices: -Mire pastor, yo tengo problemas, así y así, con mi marido, con mi esposo. Con todo tengo problemas. ¿Qué hago?
La respuesta va a ser: -Pues mira, mi’jito, el miércoles tenemos aquí una cadena de oración y de ayuno. Por cuatro horas vamos a estar arrodillados aquí y vamos a reprender cuanto espíritu hay.
-¿Para qué? -Pues, para que transformes esa situación.
Y, cuando tú vas para donde el cura, el cura te dice: -Mira tú tienes que confesarte y tu tienes que hacer tantas Ave Marías y no puedes comer carne tal día y tienes que hacer un rosario a San Judas tal.
Aquí, en la Biblia, no dice que es así. Aquí dice que es a través de la renovación de vuestro entendimiento.
El otro te dice que es celebrando unas cosas. Otros te dicen: -Paga un hábito. Vístete de saco. No sé. La gente tiene muchos métodos para transformarse, menos éste que está aquí. Porque éste nunca se predicó. Ese me lo dejaron a mí. ¡Hello! (Aplausos)
Quiere decir, que cualquier cosa que tú tengas en tu vida, cualquier cosa que tú pienses, piensa ahora. ¿Habrá algo que tú necesitas transformar en tu vida?
¿Ah? ¿Qué está pasando en tu vida? ¿Mal genio? Alguna situación. ¿Soledad? ¿Separación? Algo pasó. ¿Algo te tiene que estar molestando a ti?
Por ejemplo, déjame ver qué me está molestando a mí.
¿Y, cómo yo lo voy a cambiar? Yo acudo a la mente, aquí (toca su frente). O sea, le meto un poquito de esto (toma la Biblia y acerca a la frente), y en algún lugar, tiene que estar. Por aquí, tiene que estar. Tócate aquí, (toca su frente, refiriéndose a su mente). Mira, aquí está la fuente. Aquí. De aquí yo voy a sacar sanidad, de aquí. De aquí, voy a estar sano de pies a cabeza. Mira, no me duele nada. ¡Hello!
De aquí, yo voy a hacer una buena madre. Tú sabes las jóvenes que yo conozco que tiemblan porque -hay es que mi mamá fue tan perfecta, mi mamá logro esto, mi mamá era buena cocinera, mi mamá era una buena mamá, mi mamá nos educó, bueno, qué madre, jamás yo podré ser como ella.
¿Por qué?
Mira, si tú quieres ser una buena madre, cuando tú tengas un hijo, o si ya los tienes, dale el conocimiento de la palabra para, que él tenga con qué transformar su mente. Y, cuando tú llegues a grande, dirás -ser madre, eso es fácil, eso es enseñar el evangelio, y la palabra cogió a mi hijo y lo transformó-.
Porque es que el problema es que hay mucho consejero por ahí. -No, para ser una buena madre tienes que hacer esto-, y te metes al canal tal, y al canal tal, y al canal más cual, y todo el mundo tiene consejos diferentes. Porque el mundo está lleno de variedad de opiniones, conforme a tradiciones, a formas de gobierno, a países, a política. Entonces, todo el mundo de ahí saca su doctorado y este es consejero tal, y consejero más cual. Todos fracasan.
Después, cuando llegan ya sus cuarenta y sus cincuenta años, empiezan a dar ‘complaints’, empiezan a quejarse -no, yo no fui feliz, yo debí haber hecho esto y esto y no lo hice y ya es tarde-.
Yo estoy seguro, que si tú te transformas con el conocimiento del evangelio, nunca tendrás una queja. Y, tus hijos, tus familiares, van a ser gente constructivas, que siempre van a estar bien y no les va a faltar nada. Siempre van a estar diciendo algo positivo.
¿Tú quieres ser un buen padre? Apodérate del evangelio. No llames cualquier cosa a tu hijo ni le des veinte gritos, pensando que porque tú gritas y das duro en la mesa, te van a obedecer. Usa el evangelio. Diles: -Mira bendecido, yo soy tu padre, y te advierto -tú eres un ángel perfecto, acude a lo que Cristo hizo por ti y aprende a comportarse varonilmente-, sin faltarle el respeto.
Aprende esta palabra. Predícala. Es predicando el consejo de la palabra de Dios.
Yo, mi realización como persona es que yo en mi casa, cuando yo vengo para aquí, yo pregunto -qué yo voy a hablar contigo, si está mi opinión metida por el medio-, porque si está José Luis, no estoy haciendo buena labor. Yo tengo que buscar, que lo que yo digo aquí esté en línea con lo que está escrito en este libro, que es lo que no se ha hecho en 2,000 años.
Por qué cuando te dicen a ti -vamos para la iglesia-, la gente dice -para dónde-. Porque tú piensas que la iglesia es mala. Tú no vez que por 2000 años son regañitos y regañitos, y eso tiene a la gente así, temblando.
Imagínate, yo en un aeropuerto con un libro así (la biblia), no se me pega nadie.
Imagínate, yo en un avión en primera clase y cuando ven ese libro ahí, dicen –muchacho-. Mira, viajan así, yo ahí y ellos mirando por la ventana. Porque ya la gente está prejuiciada. Tú no vez que los religiosos estos, cabezones, comenzando desde Roma, han dañado la reputación de este bello libro.
Una vez yo viajaba y había un hombre al lado mío, pero yo tenía que leer la Biblia en esa ocasión, porque el calqueo lo estaba recibiendo en el avión. Y, entonces, yo iba sentado y él iba a mi mano derecha. Y, yo comencé a leer la Biblia y él estaba que temblaba, o sea estaba ansioso de decirme algo. Y, viene y me dice: -Oye, ¿tú disfrutas eso que estás leyendo?
Y, yo le dije: ¿Que si yo disfruto esto? Esto es mi vida. Esta es, relativamente, mi vida, esta es mi profesión.
Y entonces, lo pensó mil veces, casi terminando el vuelo me dijo: -Yo soy pastor.
Que si tenía miedo, se avergüenzan.
Pero, es que ellos mismos le tienen miedo a esto (muestra la Biblia). Tú no ves que el mundo ha dañado este libro, piensan que este es un libro malo. Este es el mejor libro que hay. Imagínate, que ahí te dice cómo tú transformar toda tu vida. A través de un conocimiento.
-¿Con conocer nada más? Pero, ¿tan fácil es, apóstol? ¿Simplemente, por conocer y sale la transformación?
Mira, por conocer, tú vas a dominar todos los aspectos de tu vida. Naturalmente, eso tiene un tiempo y tiene un ejercicio.
Vamos a verlo en Segunda carta a los Corintios 4:13.
“Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme…”
A lo que yo me imagino. A lo que me dijo el profesor. A lo que me dice el signo, el signo zodiacal. Si te dejas llevar de eso…
“…conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé…”
Esa es la receta: Tú te buscas lo escrito, lo metes a tu mente, lo crees y lo hablas.
¿Y, qué tú vas a hablar? Tú vas a hablar lo que dice el evangelio que tú eres. Que tú eres un ángel perfecto. Que tú eres un tesoro en vasija de barro.
Tú le metes eso a los niñitos así –papito, tú eres un tesoro, lo único, que tienes un vasito de barro, que te da dolor de muela, que te da esto, que te da aquello, pero tú eres un tesoro-.
Tú le metes eso a un niño desde pequeño y verás. Esos son la súper raza. Eso es una súper raza.
-¿Cuántos aquí han criado a sus hijos con este conocimiento?
Sí, mira, ya hay bastantes. Mira esa bella familia que está ahí. Todos han creciendo en el evangelio y lo que saben es evangelio. Ellos no saben eso de miedos, de diablos, de cosas que llegan por la noche. Ellos no están en nada de eso. Porque tú tienes que irte conforme a lo que está escrito y cuando te metes conforme a lo que está escrito y lo hablas, pero tienes que hablarlo.
Mira, todo lo que yo he hablado hasta ahora, creyéndolo, me ha trabajado. Y, a veces, no me doy cuenta, porque a veces lo hablo, me acuesto, me duermo, pasan meses y yo no veo nada. Yo no veo nada ni siento nada, es más, a veces se pone peor, porque es probado. Lo que tú confiesas se prueba, y se prueba bien probado. Pero, de momento, cuando menos yo me doy cuenta, comienza esa semilla a trabajar.
Es más, yo he confesado sanidades que se me han olvidado, y después al tiempo yo digo –oye, a mí no me ha dado más esto-.
¿Cuántos están sanos aquí? Mira, qué muchas manos. Oye, tan bueno que es estar sano. Tan bueno que es hacer una buena digestión. Cuando tú comes y te sientes bien, y te levantas bien y tienes buena energía para funcionar y trabajar. Eso es lo mejor del mundo.
-¿Cómo tú te sientes hoy? Responde la amada: -Sano, próspero, completo.
Mira, para yo venirte a ver a ti, ¿tú sabes cómo yo me sentía? Y, lo que tengo para dárteles, que los voy a sacar de prohibiciones, les voy a quitar la culpabilidad -que si yo me porté mal, que si yo hice esto, que si yo hice aquello, que yo he tratado, que ya no puedo, que he prometido-.
Pues, seguro, tú no puedes. ¿Quién dijo que tú puedes? Es un conocimiento que tú vas a poner en tu interior. Ah, y tienes que darle tiempo a que ese conocimiento manifieste el cambio.
Tú no puedes decir -yo soy un alcohólico-. Eso es una mentira. Tú no eres ningún alcohólico, tú eres un perfecto ángel.
Tú no puedes decir -yo soy un vicioso-. No, tú eres un perfecto ángel, bendecido.
-Yo soy un enfermo de… No. ¿Cómo tú vas a decir que tú y que padeces de… Eso no está escrito.
-Yo padezco, yo soy, oficialmente, declarado por la medicina un inservible.
¿Y, tú lo creíste? -Apóstol, lo he creído tanto que lo digo en todas partes, que soy un inservible. -Pues, se te está manifestando muy bien. ¿Qué más? ¿Cómo tú te castigas? ¿Qué más tú has confesado para ti? ¿Qué te dijo el médico? ¿Qué te dijo tu abuelo y tu mamá? Que tú siempre vas a ser…
¿Que tú qué? ¿Que tú no memorizas? ¿Verdad, que tú eres bien malo memorizando? ¿Ah? ¿Cuántos son bien malos memorizando versos aquí? Y no memorizas nada. ¿Y, tú no sabes decir los libros de memoria? ¿Tú no los sabes?
Tú no sabes decir: Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos, Romanos, Primera a Corintios, Segunda a Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, Primera a Tesalónica, Segunda a Tesalónica, Primera a Timoteo, Segunda a Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos… Ya, para allá no se puede pasar.
¿Y, los treinta nueve libros del viejo testamento? Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, Primera de Crónicas, Segunda de Crónicas, Esdras, Job, Ester, Proverbios, Salmos, Lamentaciones, Isaías, Ezequiel, Jeremías, Daniel…
Mira, cuando el Señor me trajo a estos caminos, yo leía, mira cómo estaba mi mente. Yo leía un verso, yo trataba de leer una historia de esas, de Mateo, y la leía, y cuando iba por el segundo verso, tenía que regresar al primero, porque ya se me había ido lo que había leído. Yo no podía leer cinco versos de la Biblia y acordarme qué estaba leyendo, de tan deteriorada que yo tenía la mente. No memorizaba nada, pero nada, era una cosa tremenda, ah y entonces, lo decía –muchacho, yo tengo más mala memoria-, imagínate. Al decirlo…
Aquí hay muchos que han dicho eso: – Mira, yo, cada vez que el apóstol dice algo, mira, yo memorizando, no sirvo para nada. Muchacho, y el ángel oyendo. Mira, el ángel te oye y dice: -No memoriza.
¿Qué mas tú has dicho? ¿Que tú eres lo peor en la cocina? ¿Ah? ¿Tú has dicho que tú cocinas mal? ¿Qué tú no sabes hacer café? ¿Qué más tú has dicho? ¿Ah? ¿Que tú eres mala ama de casa? ¿Tú has dicho eso? ¿Y lo dices y lo crees?
¿Qué mas tú has dicho? ¿Que te estás chupando un cable? ¿Que no tienes dinero? ¿Que todo te va mal? ¿Qué=e no vas a poder viajar más a tu país? ¿Que los papeles no se te van a dar?
♪♪Debes tener mucho cuidado, al momento de hablar, tú vives por lo que hablas ♪♪
Sí, es importante. Mira, yo en mi casa, a veces se me zafa algo y digo –eh, anulo-. ¿Tú no ves que yo tengo una cubierta de ángeles que me están escuchando constantemente? Imagínate, escucharme hablar a mí negativo, y aún se me zafan así cositas, pero al ratito –hello, anulo eso-.
Vamos a estar en pie. Dile al que está a tu lado:
Estoy sano. Estaré mejor. Estoy bien y me pongo mejor. Reino en vida. Me estoy rejuveneciendo. No sé qué me pasa que me veo más joven. No tengo arrugas, las arrugas se me están yendo. Todo me va mejor.
¡Hello! Jaja… Tienes que confesar. Ya tú ves por dónde yo me meto. El tiempo es un rudimento.
¿Cuántos tienen el corte de lo que hablamos esta noche?
No es por sacrificio, no es por lo inteligente que tú eres y por lo astuto que tú eres. Es que tú te vas a transformar.
Diga: Yo me estoy trasformando, por medio del evangelio, del conocimiento de Dios, de lo escrito, que lo hablo, lo creo, lo confieso. Todo lo que quiero, se me va a dar. Yo voy mejor cada día. Las cosas me van muy bien, porque yo hablo bien. Yo vivo por lo que hablo. Lo que sale por mi boca, los ángeles lo escuchan y me lo dan. |