Quantcast
Channel: Calqueo Texto Completos en HTML
Viewing all articles
Browse latest Browse all 91

“APRENDIENDO OBEDIENCIA”

$
0
0

APRENDIENDO OBEDIENCIA

 

APÓSTOL DOCTOR JOSÉ LUIS DE JESÚS MIRANDA

JESUCRISTO HOMBRE

 

28 de noviembre de 2012

 

 

 

 

Bien, vamos al consejo de la palabra. Hoy tenemos una palabra difícil de explicar, es difícil de explicar, pero vamos a tratar de explicarla nosotros. Para Pablo se le hizo difícil.

 

Así que, busquemos en el libro a los Hebreos, capítulo 5, vamos a leer del verso 7 al 10.

 

Todos con Biblia, por favor. Tome nota. Esto, usted no debe darse el lujo de escucharlo así, y más si se confunden con esto, pues, si no lo escribe y lo estudia.

 

Esto es difícil de explicar para Pablo, quiere decir que estamos hablando de revelación. El apóstol Pablo recibió esto en el paraíso, lo sacaron del cuerpo y se lo llevaron al paraíso, pero tú estás en el cuerpo. Así que estamos hablando de palabras inefables, que no le es dado al hombre explicar, y tú la estás recibiendo aquí, no fuera del cuerpo, sino con tu cuerpo.

 

Cuando lo tengan todos, me dan un ¡ABBA PADRE!, y comenzamos a leer.

 

Dice, el verso 7.

 

“Y Cristo, en los días de su carne…”

 

Como quien dice –después, dejó los días en la carne, y se fue a qué, a un cuerpo glorificado-. Como tú, en lo días de tu carne. Un día se habla de ti, cuando tú salgas del cuerpo, van a decir: -Fulano de tal, en los días de su carne, hizo esto, padeció esto, le pasó esto.

 –José Luis, en los días de su carne.

–Tú en los días de tu carne.

–Cristo en los días de su carne.

 

Porque tú eres un espíritu que vives en un cuerpo. Si tú te has venido tratando en carne nada más, todavía tú no te conoces. Hoy es una buena oportunidad para que comiences a entender quién eres tú en espíritu, porque en los días de tu carne no son los mejores. Pero, tenemos instrucciones para los días de tu carne.

 

Él, personalmente, dice:

 

“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte…”

 

Está hablando aquí -muerte espiritual-, porque él vino a morir, él vino a morir. O sea, no para librarlo de la muerte que él tuvo, sino de la muerte espiritual. Si él llega a pecar, entonces, quedaba el mundo bajo las manos de Satanás para siempre. Toda la creación se perdía y desaparecía la creación.

 

Pero, dice:

 

“Aquel que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.

Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia.”

 

Diga: APRENDIÓ LA OBEDIENCIA.

 

Ese es el tema de esta noche: Aprender Obediencia. Porque usted y yo, tenemos que aprender obediencia también. Eso se aprende. Eso no se sabe, pero se aprende cuando tú vives en un cuerpo. Y vamos a hablar cómo aprender.

 

“Aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado…”

 

Oye, porque la gente piensa que el niñito Dios, que eso era perfecto. Eso no era perfecto. Tuvo que ser perfeccionado.

 

¿Por qué? Porque él fue tentado en todo.

 

Si me quieres creer -que fue tentado en todo-, mira lo que dice el verso 15 del capítulo 4 de Hebreos, ahí mismito, sin salirte de la página. ¿Qué dice?

 

“Porque no tenemos un sumo sacerdote

que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,

sino uno que fue tentado en, qué, en todo según nuestra semejanza…”

 

Quiere decir, que si él llega a pecar, entonces él no podía ser entregado para salvarnos.

 

La gente se cree que él vino a salvarnos, porque María lo parió. María lo que parió fue un pedazo de carne, y esa carne era semejante a la tuya y la mía. Por eso tuvo que ser perfeccionado, y tuvo que rogar para no pecar.

 

Ahí es que está el sufrimiento de él. ¿Tú sabes lo que es tú vivir en un cuerpo como el que tú tienes y no pecar? Pero, si él llega a pecar, entonces no podía morir por nosotros.

 

Oye, a la verdad que tenemos un agradecimiento por eso tremendo.

 

Tú sabes lo que es un hombre en un cuerpo, imagínate, con tantas mujeres allí en Jerusalén asechándolo; y con la ira que le podía dar, con los hipócritas. Bueno, una vez llamó 24 veces en un capítulo -Fariseos, hipócritas-. Y una vez entró al templo y viró las mesas, porque le daba ira al ver la hipocresía.

 

Pero, todo eso lo hacía sin entrar en el terreno de pecado, sino por la hipocresía, tenía que llamarlos como eran.

 

Y dice:

 

“Y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación…”

 

¿De qué? ¿La salvación tuya es qué?

 

“…eterna salvación para todos los que le obedecen;

y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden del Melquisedec.”

 

Ahora, mira lo que dice el verso 11.

 

“Acerca de esto, o sea, de eso que acabamos de leer,

acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar,

por cuanto os habéis hecho tardos para oír.”

 

Yo puedo repetir lo mismo: El mundo hoy no está preparado para oír. Ellos están preparados para ir a misa, hacerse la señal de la cruz, dejar de comer carne, caminar de rodillas, pero oír, no tienen oído.

 

Por eso es que, mira, yo te felicito, porque ustedes no sólo tienen orejas, tienen oídos. Si tú estás aquí es porque tú tienes ambas, orejas con oídos. Para llegar aquí, tú tienes que ser alguien muy especial para estar sentado aquí. Te puedes dar un aplauso a ti mismo, por estar aquí. (Aplausos)

 

Mire, los pastores de Miami, todos estos líderes, curas, sacerdotes debieran estar sentados aquí oyendo, porque ellos no saben nada de esto, desconocen.

 

Las veces que yo he hablado con curas y sacerdotes, cuando hablo así, enseguida se les va: -Espérate. Espera. Espera. De qué estás hablando-, porque es que ellos no están acostumbrados. En un Convento, tú no aprendes esto. En un Seminario Teológico, tú no aprendes esto. Si lo desconocen, cómo te lo van a enseñar.

 

Yo lo sé, puedo entenderlo, porque a mí me llevaron al paraíso para poder desarrollar mi oído, sino tampoco lo conocía, porque yo fui evangelista por muchos años y no sabía nada de esto. Yo tenía un oído de una medida muy corta, porque el oído se va desarrollando, hasta que tú entiendes lo que se te dice.

 

Por eso, muchos de ustedes vienen aquí; tres semanas turbados, un mes y medio, a los tres meses dices -oye, estoy entendiendo-. Al año dicen: -Entendí-. Es más, yo conozco a uno que estuvo tres años, y un día pasó llorando: -Apóstol, por fin entendí-, dejó de venir la otra semana y no ha vuelto más. No lo he visto más.

 

Entonces, cómo Cristo aprendió obediencia, siendo tentado en todo. Siendo tentado en todo. Él aprendió obediencia, porque él fue tentado en todo.

 

Entonces, qué sucede, que él aprendió obediencia, oye esto, atiende, Él aprendió obediencia para ser autor de eterna salvación. Ahora, tú tienes que aprender obediencia, no para salvarte, porque ya él ejecutó ese acto. Tú tienes que aprender obediencia, tú sabes para qué, para que le agrades y para que puedas reinar en vida, para que vivas bien.

 

¿Tú sabes lo que es tú vivir bien hoy en día con un cuerpo como el que tú tienes puesto? Búscate toda la gente, están en problemas de depresión, en problemas de esto. ¿Tú no has visto esa gente? Que tú hablas con ellos: -¿Y qué? ¿Cómo estás?

-Pues, mira, ahora tengo otra cosa.

-¿Y qué te pasó ahora?

–Pues, ahora tengo otro problema, antes era mi esposa, ahora no es mi esposa, ahora es el hijo mío. Y ahora, la hija mía. Y ahora, el jefe mío. Y el trabajo mío. Y ahora es mamá, o papá, o el abuelo.

 

Bueno, cuanta cosa. La gente está programada, este sistema está programado para tener problemas.

 

A menos, que tú aprendas obediencia, y entonces, a pesar de eso, tú vas reinando en vida.

 

Oye, a mí me ha costado. Yo he tenido que aprender obediencia a través de un sin número de situaciones en los días de mi carne.

 

Uno aprende. Usted no ve que la experiencia que uno tiene en nuestro cuerpo físico es para que tú aprendas. No es para que tú digas: -Ay, Señor, mira, no, perdóname. Me voy de aquí-.

No, no te vayas, porque si te vas te lo pierdes todo.

 

Los problemas que tú has tenido, mira, de vicio, de alcohol, de fumadera, de droga, de sexo, de fornicación, de adulterio, de robo, de engaño, de mentiroso, mentirosa. Todo eso que tú has tenido, eso no es una sorpresa para el Señor.

 

–Mira, Señor, te voy a decir algo-.

 

El Señor conoce tu andar, tu levantar. Dice: “Desde lejos me has conocido”. La idea es que tú no entres en culpabilidad tampoco. La idea es que tú digas: -Caramba, yo no estoy caminando bien. Señor, permíteme aprender obediencia a través de todas estas debilidades, todos estos tumbos que yo he dado. Enséñame-, es largo y tendido el camino. No es fácil.

 

¿Tú sabes por qué? Porque después que tú aprendes, lo que te viene es un reinar en vida, que es envidiable. Porque tú vas a caminar como pocas personas caminan, cuando tú aprendes obediencia.

 

¡Aprender obediencia! ¿A través de qué? ¿A través de orar 40 días puesto de rodilla? Ahí no se aprende.

 

Lo que los evangélicos te enseñan: -Ayuna treinta días, quince días. No comas. Camina de rodillas. Ponte piedritas en los zapatos. Castiga tu carne.

 

A la carne no se castiga así.

 

¿Cómo Cristo la castigó? Negándose. Llevándola cautiva, para poder llegar.

 

Así que, no es tiempo que tú comiences a llorar, por las cosas que te han sucedido, mas bien, es tiempo de tú aprender obediencia en lo que te ha sucedido y que tengas paciencia.

 

Que tu esposa tenga paciencia contigo, y tú paciencia con tu esposa, y con tu hijo, y con la hija. Y buscar la unidad, de entenderse a ver cómo aprendemos. Que tú puedas decirle a tu esposa o a tu esposo: -Espera un poquito más, que estoy llegando. Estoy aprendiendo. No has perdido el tiempo en todo lo que me has soportado. Estoy aprendiendo obediencia.

 

Y se aprende cómo, como pasó Cristo. Cristo se puso un cuerpo de carne.

 

Tú no estás supuesto a ir a una iglesia para que el pastor te castigue, o el líder te castigue. ¿Tú sabes para qué Dios pone hombres?

 

Mira en el capítulo 5 de Hebreos, comenzando en el verso 1. Mira lo que dice:

 

“Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres…”

 

¿Qué es un cura? Un hombre.

¿Qué es un pastor? Un hombre.

 

Mira lo que dice:

 

“Es constituido…”

 

¿A favor de Dios?

 

a favor de los hombres en lo que a Dios, qué, en lo que a Dios se refiere…”

 

Los que no tengan Biblia, mira, míralo allí (refiriéndose a la pantalla electrónica con la cita bíblica).

 

“Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres

es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere,

para que presente ofrendas y sacrificios, antes de la cruz, ofrendas y sacrificios por los pecados.”

 

Antes de la cruz, explicando lo que era un sacerdote antes. Después de la cruz, ya no hay sacerdotes.

 

¿Qué hay después de la cruz? Maestros y apóstoles.

 

Pero, cuando Dios pone a un hombre en un púlpito así, ¿a qué lo pone? ¿A favor de Dios o a favor de los hombres? ¿A favor de quién?

 

Cuando tú vas a una iglesia donde el líder te dice: -Oh, Papá Dios odia el pecado-. Está diciéndote -Papá Dios te odia a ti-, porque, dónde es que están los pecados, en la carne.

 

El hombre que Dios pone aquí es para ayudarte a ti, llevarte a un “trainning” (capacitación) para que trates con tu cuerpo físico sin que tú desmayes, que te consuele. No que te venga a regañar para decir: -Ese sí que es un buen pastor, mira cómo predica, me hizo llorar, y después me trajo al frente, y me humillé ahí. Me puso la mano.

 

Esa no es la idea. La idea es que todo lo que Dios pone al frente para hablar contigo es a favor tuyo. Tú no ves que él te conoce a ti como la palma, y él fue el que te puso todas esas debilidades.

 

Él lo que está buscando -deja buscar a un hombre que sea un árbitro entre yo y ellos, para que sigan estimulándose a seguir triunfando-. Dios no pone a nadie para que esté lastimando. Un pastor que lastime, un líder que siempre está gritándote y diciéndote -Pecador.

 

Dios dice: -¿Qué se cree éste? ¿Que yo no sé lo que hay ahí sentado?

 

Dios todo lo que pone, lo pone a favor tuyo.

 

Ahora, te tiene que llevar a esto, Romanos capítulo 5, verso 3.

 

“Y no sólo esto...”

 

El verso 1 y 2, dice que te salvó por la fe, que tienes entrada a la gracia donde estás firme.

 

Pero, luego en el verso 3, después que te salva, tu espíritu está bien, luego te dice en el verso 3:

 

“Y no sólo esto,

sino que también nos gloriamos en las tribulaciones…,

sabiendo que la tribulación produce paciencia.”

 

Oye, ¿tú sabes lo que es gloriarse en tribulaciones?

 

Cuando alguien está atribulado, muchacho, -Ora por mí, muchacho, que estoy atribulado-.

 

Y tú le dices: -No. Gloríate.

–Qué, gloríate. ¿Cómo? Ora por mí.

 

Pero, cuando tú estás aprendiendo obediencia, todo lo que te viene a ti, la prueba mínima, lo que sea, tú dices: -Espérate. Aquí yo voy a aprender paciencia. Esto me viene a favor. Aunque no lo vea de momento, esto me va a producir algo bueno en mi vida-. Enseñarte a que eso te ayude.

 

Romanos 14, ahí mismito en ese mismo libro, en el verso 13.

 

“Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros,

sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer…”

 

O sea, aquí todos estamos aprendiendo obediencia. Entonces Pablo dice: -No es tiempo de tú estar criticando, y de decir -mira a éste, mira aquél-, porque hay familias que tratan mejor con su cuerpo que otros, Entonces, al que está más abajo la familia te dice: -Mira, mira como éste coge la gracia para pecar. Y mira a éste, ya es tiempo de esto-.

 

No. Tú tienes que decidir: -No me voy a fijar más en más nadie, que cada cual lleve su propia carga y que cada cual aprenda.

 

Tú no ves que cuando tú miras para el lado y te pones a mirar a alguien, corres el peligro de torcer el evangelio. Porque entonces tú dices: -Bueno, la Biblia dice eso, pero mira lo que yo estoy viendo-.

 

No, no es tiempo de eso. No es tiempo de eso. Es tiempo de tú madurar en la fe y allá cada cual, cada cual aprenderá de su tribulación. Cada cual ejercerá paciencia en diferentes tiempos. Porque si tú juzgas a alguien, hay mucha probabilidad que el ángel de esa familia te haga pasar por lo mismo a ti más tarde o peor.

 

Tú no ves que cada uno aquí tiene su propio ángel. Yo tengo un ángel que tiene que corregirme, pero él me corrige conforme a como yo voy entendiendo, para no hacerme desmayar. Y él va tratando conmigo, y él ya sabe todo lo que yo soy, él lo sabe, y va llevándome. Pero tú tienes un ángel también.

 

Cuando tú te confundes es cuando miras para el lado. Tú tienes tu propio ángel que él te va llevando, y él conoce todos los pasitos tuyos. Y entonces, él te va disciplinando. Lo dice así: -Al que él toma por hijo, corrige, disciplina, aun azota-. Te va llevando, en tu experiencia personal.

 

Y tú tienes que estar atento a la voz de ese ángel, que te habla aquí, mira, en la mentecita. Tú oyes una vocecita. Cuántas veces él no me ha hecho advertencias a mí, y hago caso omiso, y después a los par de días yo digo: -Oye, debí haber prestado atención a esto. Fallé-, pero que él es paciente contigo.

 

Pero, él espera que tú aprendas obediencia, porque vas a sufrir. No queremos caer en el terreno del legalismo. Por eso es que esto es difícil de explicar, porque puedes pensar: -Eh. Vamos a volver a la ley. Ahora, me van a castigar-. No, no, no es eso, es que tú tienes un ángel a cargo de tu vida, y la orden que tiene ese ángel es llevarte a ti a prosperar.

 

Él quiere sanar todas tus dolencias. Qué bueno es estar sano. ¿Verdad que sí? ¿Y qué malo es estar enfermo? ¿Cuántos han tenido esos días? Unos días grises, “blues”, “blue days”, que son más malos, que tú te sientes.

 

Oye, pero cuando el ángel está activo, ese ángel hace provisión de todas clases, es maravilloso. Tener el ángel contento, todo lo que tocas, haces la mejor compra, no te sale nada mal, no sé, es que es una maravilla. Imagínate, si esos ángeles están para servicio tuyo.

 

Y si tú tienes un ángel, él a última hora te va a llevar al mismo cielo, a la presencia de Dios, porque al infierno, él no sabe llegar, así que no estamos hablando de condenación. Estamos hablando en el día de hoy, en el día de mañana, en esta próxima semana.

 

Mira, hay un dicho que dice, que el discípulo no es mejor que su maestro. El discípulo no es mejor que su maestro. Para el Maestro llegar a ser maestro tuvo que aprender y sufrir un poco. Pues, quiere decir que Cristo es el Maestro, y tú no eres mejor que él. Si él padeció en los días de su carne, tú vas a padecer en los días de tu carne.

 

Y tú tienes que tratar con tu carnecita. Y todo lo que tú estás haciendo, que no esté en línea con él, tú puedes buscar el verso que tú quieras y justificarte. Tú puedes decir: -Ninguna condenación hay para los que están Cristo. -¡Hey! A mí no me conozcas en carne-.

 

Tú puedes decir todo lo que te dé la gana, pero el ángel sí que te conoce en carne. Y dice: -Él no te va a conocer, pero yo te conozco, y no me gusta lo que estás haciendo, y te voy a disciplinar-.

 

Él me lo ha hecho a mí, y me ha disciplinado, y yo he sentido la corrección de ese ángel. Y no me ha gustado muchas veces las cosas que me pasan. Pero, él me dice: -José Luis, esto es porque te amo. Tengo que tratar contigo. Tengo que llevarte, porque te me estás yendo por aquí. No, por ahí no es-, y duele. A Cristo le dolió, para salvación. A ti te va a doler, para reinar en vida.

 

Oye, porque tú sabes lo que es vivir 33 años sin pecar, con un cuerpo pecaminoso. Porque si tuviera un cuerpo glorificado, entonces él no hizo nada por ti. Dice: -Pero, si tengo un cuerpo glorificado. Yo no padezco-.

 

No. El problema es que él vino en semejanza de carne de pecado.

 

Romanos 8:3. Mira lo que dice, ahí mismito.

 

“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne,

Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de, qué, de pecado…”

 

Sí, porque hay gente que dice: -No, el niñito Dios. El niñito Dios es puro. María sin pecado concebida, por eso concibió ese santo niño.

 

¡Déjate de cuentos! Lo que ella parió vino en semejanza de carne de pecado y ella era otra pecadora también. Lo que ella parió fue un pedazo de carne, “en semejanza de carne de pecado”. Lo único que él aprendió obediencia.

 

-Si como Dios murió por mí, no sufrió nada.

 

¡No, él sufrió! Sufrió. Y en la cruz sufrió de tal forma, que dice que el corazón se le desgarró de sufrimiento.

 

¿Tú has visto cuando un animalito de esos se muere, cuando dos animales crecen juntos y se le muere el otro, que de dolor se mueren ellos?

 

Pues, él se desgarró allí. La verdad que él hizo un sacrificio tremendo por nosotros, para salvarnos. Oye, gracias a Dios. Qué labor hizo.

 

Tú no tienes que hacerlo para salvarte, tú estás salvo, pero a él le interesa que ahora, en lo que tú estás aquí, no sufras. A él le interesa que tú heredes promesas. Oye, y tan bueno que es heredar promesas.

 

Yo me siento más que privilegiado porque, mira, yo tengo gente maravillosa, cantantes maravillosos, tengo amistades escogidas. Me levanto por la mañana y pongo una musiquita, y disfruto el día, y planifico mis horas, las llevo, hago un programa lindísimo para el día de hoy. Si lo logro cumplir, tremendo. Pongo -hoy tengo que hacer 8 cosas-, si logro 6 ¡fuf! qué alivio. Oye, y después planificas un almuercito, o una comidita: -Hoy así. Hoy voy a hacer esto-. Oye, y cierro el día, ¡pap!, con broche de oro. Y mañana, otro día más. Qué bueno es vivir. Disfrutar la vida.

 

Yo quisiera que los días tuvieran 48 horas, pero el que no está reinando, quiere que dure 12 horas y desaparecer en el sueño.

 

Ah, oye esto, y los cristianos del sistema, ese sistema que hay por ahí, evangélico, cristiano, esa gente dice: -Cristo, ven. Cristo, ven. Avanza que no aguanto-. Porque esas mujeres no se asean, porque es pecado ponerse un aretito, y todo es pecado. Y no pueden ir a la playa, y no pueden ir al cine, y no pueden esto, y le prohiben una de cosas, que esa gente están súper aburridos. –Cristo, avanza. Ven, ven-. Así decía, Juan el de Apocalipsis, -Ven, Señor Jesús, ven, que no aguanto más-.

 

Tú no tienes que decir así. Tú estás completo. Tú estás reinando. Perdonado. Libre del diablo. Libre de pecado. (Aplausos)

 

Nosotros estamos reinando.

 

Ahora, te voy a decir una cosa.

 

Vamos a leer a Romanos 14. Voy a terminar con esto, Romanos 14, en el verso 13, dice:

 

“Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien,

decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.

 

Yo sé…”

 

¿Quién dijo: “Yo sé”? Pablo.

 

Oye, ojalá tú puedas decir como él.

 

“Yo sé, y confío en el Señor, que nada es inmundo en sí mismo;

mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es.”

 

Vamos a otro verso más. Tito, antes de Hebreos. Ve a Tito. Tito 1:15

 

Todas las cosas, cuántas, todas las cosas son, qué, son puras,

para quién, para los puros,

 

mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas.”

 

Atiéndeme bien. Cuando tú no aprendes obediencia, para ti todo es malo.

 

Quiere decir, que tú no debes ni bailar, tú no debes ni tomar, tú no debes ni ir a ningún sitio, porque tú tienes una mente corrompida, y todo te es pecado.

 

Ahora, si tú has aprendido obediencia, nada en malo. ¿Tú sabes por qué? Porque el que aprende obediencia es dueño de sí mismo, y no deja que nada lo controle, más bien, tú controlas todo.

 

Entonces, qué sucede, que tú puedes estar con un hermano aun aquí en Creciendo en Gracia, pero él todavía no ha aprendido obediencia, entonces lo que tú haces le es piedra de tropiezo a él, porque para él es malo, para él es malo. Entonces, tú estás fallándole a ese débil en la fe. Para Pablo, dice: Yo, yo sé, estoy seguro que nada es malo. Pero, para el impuro… ¿Y quién es el impuro? El que no aprende obediencia.

 

Entonces, tenemos gente que de todo están corrompidos. Entonces, son débiles en la fe y miran para el lado: -¿Tú viste cómo está vestida esta hermana? ¿Por qué vino vestida así? Oye, ¿tú viste que fulano está hablando?-, y siempre están mirando.

 

Entonces, lo que le entra por los ojos le llega a su mente corrompida, dicho y hecho.

 –No voy más a la iglesia, porque esa iglesia está llena de pecadores-, porque es que él no ha aprendido.

 

El que aprende obediencia es dueño de todo, nada lo domina, sino que él domina todo.

Ese tú no le puedes prohibir nada, tú no ves que él es dueño de sí. Tú le puedas dar un trago y cuando llega a dos dice: -De aquí no paso-. Tú le puedes dar un cigarro, o lo que le des: -No me gustó-. ¡Pap! Y lo pone a un lado, y lo dominas, cuando entra en el terreno de hacerte daño. Tú lo puedes llevar a un baile, tú sabes, recatado. Puede ir a una fiestecita, y se guarda, mas bien, allí da testimonio. Lo puedes meter en el infierno, si existiera, y allá trata bien con los demonios, porque es que él aprendió obediencia. Pero, eso toma tiempo, eso toma tiempo.

 

Ahora, si aprendes obediencia, mira, Jesucristo iba donde los samaritanos allí, y los publicanos y bebía. El problema es que pasaban los débiles en la fe: -Mira, si fuera hijo de Dios no estuviera bebiendo con los publicanos.

–Sí pastor, estaba bebiendo Perrier (agua con gas).

 

No, no había Perrier. Él estaba bebiendo un poco de vino fermentado. Pero, como él era dueño de él. Quiere decir que él pudo haber bebido vino y no era pecado. Porque él fue perfeccionado para ser autor de eterna salvación.

 

Si no aprendes obediencias, eres un desastre, no puedes disfrutar esta vida, no puedes hacer nada. Eres un desastre porque es que no has aprendido obediencia. Eres salvo, eres hijo de Dios en desastre. Reinando en desastre.

 

La idea es que reines en vida. Porque aquí nadie está tratando de salvarse, salvo ya estamos, si él fue autor de eterna, lo que es eterno no se pierde, es eterna salvación. Eso fue lo que él vino a ejecutar, eterna salvación. Pero luego, tú tienes que reinar en vida. Tú tienes que estar bien. Tú tienes que prosperar. Imagínate, si no prosperas, entonces eres un pobre desventurado que siempre estás luchando.

 

Si no aprendes obediencia, no sabes sanarte, siempre estás enfermo, siempre, y enfermo, y enfermo, y enfermo, y enfermo. Y no gobiernas en tu boca, siempre tienes mala confesión, siempre te estás quejando, y gritando, y haciendo, porque es que no reinas en tu boca.

 

Ah, si no aprendes obediencia, no tienes buen proceder, lastimas a la gente: -Mira, tú, salte de aquí. Mira, yo llegué primero. ¿Qué tú haces?

–Cálmate, chico-, pero hay gente así. Hay gente que no reina, viven nerviosos, tú sabes.

-Qué es lo que te pasa. ¡Uh!¡Uh!

 

No tienen modales. Tú no ves que no han aprendido obediencia en nada. Tú tienes que ser un caballero, una dama, que sepas tratar con decencia. Saber escuchar, no que te estén hablando y tú: -Blblbll-.

Oye, cálmese. Présteme el micrófono.

 

Hay que aprender obediencia para todo, y así reinamos en vida.

 

Bendecido, ponte en pie y saluda a tu hermano.

 

 


Viewing all articles
Browse latest Browse all 91

Latest Images

Trending Articles